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Omar Cornejo
Omar Cornejo

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Virgo

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¿Qué se rompió en los hombres de las últimas generaciones?

Recientemente, he encontrado un dato estadístico que ha captado mi atención en dos lecturas distintas, manteniéndolo presente en mi mente. Según el INEGI, en 2015 el 24.8% de las madres en México eran jefas de hogar, y para 2016 se observaba una tendencia en aumento. En términos simples, si tienes cuatro amigos y uno es un poquito más bajito, ese no tiene papá. Y es el único que va a seguir creciendo. ¿A dónde se fueron esos padres? Es como si a los Beatles les faltara Ringo. Como Muse, que son tres, siempre pensando que no les vendría mal otra guitarra. Esa casi cuarta parte de la población masculina, ¿a dónde se metió? Podríamos reflexionar sobre la "naturaleza humana" y asumir que "las cosas son así". Pero si los números indican que hay una tendencia al aumento, algo está ocurriendo culturalmente. ¿Fueron las crisis económicas? ¿Efectos de la "liberación femenina"? ¿Algo que salió en televisión? ¿Todas las anteriores? Creo que hubo vergüenza. Se educa al hombre para asumir un rol de autoridad, con toda la complejidad que eso implica. Pero la sociedad actual es muy diferente de la que existía cuando ese rol fue moldeado. La competitividad laboral es mayor debido a la densidad poblacional. Los hogares dependen de varios ingresos, y la participación económica compartida ha distribuido de manera más equitativa la autoridad familiar entre los cónyuges. El rol masculino heredado por generaciones viene acompañado de una imagen de estoica templanza emocional, que en las circunstancias culturales anteriores tenía sentido, pero ahora dificulta la comunicación y la adaptación a la realidad social. Por alguna razón, parece más fácil alejarse que adaptarse. Deberíamos revisar la información que estamos transmitiendo a las generaciones futuras. Es necesario desempolvar nuestros roles familiares, cotejarlos con nuestra realidad cotidiana y renegociarlos para fomentar la cooperación familiar. La niña tierna y callada ya no funciona, porque la mujer en que se convertirá deberá proveer para su hogar y tomar decisiones. El niño rudo y aguantador ya no es adecuado, porque el hombre en que se convertirá necesitará negociar y ceder. Si redefinimos nuestros roles de género, nuestras diferencias fundamentales disminuirán, al igual que las frustraciones que las acompañan, porque no hay nada más sencillo que la equidad. La sociedad avanza en una dirección y no se va a detener. Es por el bien y la tranquilidad de todos que nuestras concepciones sobre los roles de género cambien. Para que la sociedad evolucione, debe prevalecer la empatía. Para que la empatía no tenga límites, debemos dejar de ver competencias donde hay colaboraciones. A todas las generaciones, en lo colectivo, siempre se les rompe algo. Dejaremos de ser humanos si no somos capaces de adaptarnos y evolucionar juntos.

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