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Armando Zaid
Armando Zaid

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Acuario

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La Ciudad de Marmol

Leyenda parte de un mundo que estoy construyendo: A lo largo de todo el mundo cientos de aventureros buscan la legendaria ciudad, se cuenta que sus muros albergan a aquellos desafortunados que han perdido la esperanza, sin embargo, la ciudad no es consuelo, sino penitencia, la ciudad ofrece a sus habitantes todo lo que podrían desear y necesitar, pero por si alguna razón los habitantes recuperan su fe o esperanza la ciudad se cerrará para ellos, los muros caerán, su maravillosa luz se apagará, se convertirá en una imagen horrorosa de la que el recuperado querrá escapar, pero la ciudad se encuentra en el centro de un enorme bosque, nadie se atreve a internarse en el a pesar de haber un camino directo hacia la ciudad, el camino está maldito, quien lo recorra en busca de riquezas o aventura nunca llegará a la ciudad, a menos de que pierda la chispa que los llevo a buscar, si se animan al encontrar la ciudad, entonces la maldición atacará nuevamente y la ciudad se pudrirá frente a ellos. En el camino cuerpos cuelgan de los árboles, presas de sus propias manos, quizá hayan repetido el ciclo cientos de veces, o quizá no, algunos cuerpos han sido ya devorados por las bestias carroñeras. Cuentan las leyendas que algún hombre loco narró todo lo que vivió mientras escapaba de aquel lugar, y el bosque recordó, y el bosque le dijo a los vientos lo que aquel hombre dijo. Hasta que un hombre escucho al viento, y le escucho decir: Son oscuros los pasos que seguía, un camino que no existe y un bosque que nunca veré, que tan lejos podré llegar en una desesperada caminata huyendo de las ruinas de un mundo que debió ser? Aquel lugar que en tiempos remotos se erguían orgulloso de si mismo, soberbio y magnífico brillaba en medio de un oscuro mundo, los dorados muros, los templos de mármol las hermosas viviendas de cientos de colores, un campo de fragantes flores de colores y un solo habitante capaz de reconocer la belleza de aquel lugar… esos tiempos quedaron atrás, los dorados muros han perdido su brillo y ya no se encuentran erguidos como orgullosos guardianes de la tierra, el blanco mármol yacía en el suelo sin ningún consuelo, invadido por la profana planta que ahí enraizó, las viviendas perdieron su color, ya habían perdido la esperanza de ver de nuevo aquel pintoresco mundo… la ciénaga creció en todo el alrededor y las que antes llenaban el ambiente con celestial aroma ahora solo invitaba a huir… toda esa antigua gloria cayó en el olvido y tal como si fuera la legendaria Atlantis ahora se hundía en la más profunda de las depresiones. El caminar por vivos bosques quedó en el pasado tal como mi intención por regresar, el camino rodeado de frondosos árboles desapareció como si quisieran hacer de mi el prisionero entre sus impenetrables ramas, los animales del bosque se fueron, y en su lugar aparecieron horrores difíciles de describir que antes que acabar con el sufrimiento que siento juegan conmigo como si yo fuera su juguete, llevo tanto tiempo así que estoy comenzando a pensar que realmente lo soy… no sé qué terrible maldición me persigue que a cada paso que doy la depresión del mundo va dos pasos por delante, tengo miedo de nunca llegar al destino que no busco, tengo miedo de llegar a aquel lugar donde habitan mis hermanos, tengo miedo de no ser recibido y tan siquiera reconocido… y eso es lo único que me mantiene cuerdo, saber lo que soy, saber que se algo, saber que tengo miedo, saber qué soy humano… Día tras día el dorado sol pierde su brillo, y me castiga con su ausencia… las nubes en su fallido acto de consolar mi alma han bajado de los cielos y acabado con mi vista, es temible la niebla que evita que mire al pasado que ya no es y me impide ver un futuro al que probablemente nunca llegaré. No me queda más que el camino, el ya, el ahora o lo que comienzo a creer es la realidad, el nunca. Día tras día fui víctima de horrores indescriptibles de los que ahora el brillante sol no me consolaría, el punto en el cual comencé a dudar de mi y lo que es real, temibles sombras me acosaban y traían a mi gratos recuerdos que ahora no hacen más que llenarme de una total agonía. Pero no hay mal que dure mil años, ¿No?... Bueno, ahora es difícil saberlo. Otro día, pero esta vez el destino me regaló un placer en medio de mi interminable tortura, mientras miraba al cielo sumido en cien deprimentes pensamientos me topé con algo diferente, crucé un puente por primera vez y por primera vez ví sus cristalinas aguas, lo primero claro que veo en mucho tiempo, paso a paso todo cambiaba, a cada paso que daba las nubes volvían a su lugar en el cielo para desaparecer en el infinito de las estrellas sobre mi, la luz de la luna me cubría y continúe caminando, las estrellas de plata resplandecían en su bóveda celestial, por primera vez recupere mi noción del tiempo… pronto amanecerá. El camino en que andaba dejo de ser de tierra y primero fue de losa de piedra, luego de mármol y mis cansados pies parecían retomar sus fuerzas y el cielo se ilumino con el brillo del sol. Ahora frente a mí está esa ciudad de la que me fui, ahora con su maravilloso brillo de regreso… si tan solo pudiera… dar un paso más…

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